ANTOLOGIA POETICA
Antología Poética
(Selección por Cristina Bosch)
Desde la Edad Media hasta nuestros días. Española e hispoamericana.
PRÓLOGO
Prefiero las poesías breves y concentradas, casi una breve evocación cerrada por versos sonoros y plenos. Creo en la omnipotencia del ritmo y-principalmente- en el adjetivo sugestivo.
Paul Valéry
TEORIA POETICA
El poeta no debe buscar la inspiración: su función no consiste en experimentar el estado poético; su función consiste en crearlo en los demás. Deberá darle primordialmente satisfacción al sonido. El criterio de la poesía es QUE EL TEXTO CANTE, QUE CANTE SOLO: no existe otra certidumbre en la poesía. Irrita pensar que las bellezas puedan ser simples accidentes en vez de un obra íntegra. Deberá sacrificar el fondo en aras de la forma, si es un auténtico poeta, ya que es finalmente su fin. El pensamiento no podrá fundirse en un poema, si exige -para expresarse- que se utilicen palabras o giros extraños al tono poético. El poema es música por sí mismo; es imposible admitir que se le ponga música a los buenos versos. Existe entre la forma y el fondo, entre el poema y su sentido y el verso elegido una simetría de valor y poder, que se opone a la prosa.
PROLOGO II (Cristina Bosch)
Poesía significa creación. Fue Aristóteles quien influyó con su POETICA durante siglos en la retórica literaria. Quintiliano, a su vez, intentó establecer las reglas de orientación y de valores estéticos, aunque no quedó clara la línea divisoria con suficiente nitidez. El concepto de Croce devuelve a la poesía su imperio legítimo; es la emoción y declara que su solo objeto es la belleza: su fin es ser bella. Nace del misterio del alma y es la más profunda interpretación de la vida. Trabaja con la palabra o sea con el don supremo del ser humano y su única fuerza defina. Según Croce, debe ser la expresión del sentimiento y requiere el verso a fin de hallar la vestidura más digna y natural; busca el poder de la música y encuentra la armonía de las palabras como un modo de elevarse a una realidad superior. La poesía digna es una verdad misteriosa, que vive de la música, requiere de la versificación, el ritmo y el don supremo de ser bella.
SERRANILLA (Anónimo)
Moça tan fermosa
non vi en la frontera,
como una vaquera
de la Finajosa.
Façiendo la vía
del Calatraveño
a Sancta María,
vencido del sueño
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do ví la vaquera
de la Finajosa.
En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
non vi en la frontera,
como una vaquera
de la Finajosa.
Façiendo la vía
del Calatraveño
a Sancta María,
vencido del sueño
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do ví la vaquera
de la Finajosa.
En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la ví tan graciosa
que apenas creyere
que fuese vaquera
de la Finajosa.
No creo las rosas
de la primavera
sean tan hermosas
nin de tal manera,
fablando sin glosa,
si antes sopiera
d´ aquella vaquera
de la Finajosa.
la ví tan graciosa
que apenas creyere
que fuese vaquera
de la Finajosa.
No creo las rosas
de la primavera
sean tan hermosas
nin de tal manera,
fablando sin glosa,
si antes sopiera
d´ aquella vaquera
de la Finajosa.
Non tanto mirara
su mucha beldat,
porque me dexara
en mi libertat.
mas dixe: “Donosa
(por saber quién era),
¡Dónde es la vaquera
de la Finajosa?”
su mucha beldat,
porque me dexara
en mi libertat.
mas dixe: “Donosa
(por saber quién era),
¡Dónde es la vaquera
de la Finajosa?”
RESPONDE EL DIOS DEL AMOR
(Jorge Manrique n.1440-1479)
Amador; sabe que Ausencia
te acusó y te condenó,
que si fuera en tu presencia,
no se diera la sentencia
injusta como se dio;
ni pienses que me ha placido
por haberte condenado,
porque bien he conocido
que perdí en lo perdido
y pierdo en lo que he ganado.
6-
Amansa tu turbación,
recoge tu seso un poco,
te acusó y te condenó,
que si fuera en tu presencia,
no se diera la sentencia
injusta como se dio;
ni pienses que me ha placido
por haberte condenado,
porque bien he conocido
que perdí en lo perdido
y pierdo en lo que he ganado.
6-
Amansa tu turbación,
recoge tu seso un poco,
no quieras dar ocasión
a tu gran alteración
que te pueda tornar loco;
que otro Dios hay sobre mí
que te pueda remediar
y a mí también castigar,
si mala sentencia di.
10-
Aunque mucho te agraviase,
no sería Dios constante
si mi sentencia mudase;
por eso cumple que pase
como va y vaya delante.
Y pues más no puede ser,
mira qué quieres en pago,
que cuanto pueda hacer,
haré por satisfacer
a tu gran alteración
que te pueda tornar loco;
que otro Dios hay sobre mí
que te pueda remediar
y a mí también castigar,
si mala sentencia di.
10-
Aunque mucho te agraviase,
no sería Dios constante
si mi sentencia mudase;
por eso cumple que pase
como va y vaya delante.
Y pues más no puede ser,
mira qué quieres en pago,
que cuanto pueda hacer,
haré por satisfacer
El agravio que te hago.
13-
no te puedo ya sufrir
porque mucho te me atreves;
sabes que habré de reñir
y aun podrá ser que herir,
pues no guardas lo que debes.
Y pues eres mi vasallo,
no te hagas mi señor,
que no puedo comportallo;
ni presumas porque callo
que lo hago por temor.
15-
Pues sabes que no lo habrás
de mí jamás en tu vida,
veamos qué me darás
o qué cobro te harás
sin mí para tu herida;
y bien sé que has de venir,
las rodillas por el suelo
a suplicarme y pedir
que te quiera recibir
y poner algún consuelo.
17-
13-
no te puedo ya sufrir
porque mucho te me atreves;
sabes que habré de reñir
y aun podrá ser que herir,
pues no guardas lo que debes.
Y pues eres mi vasallo,
no te hagas mi señor,
que no puedo comportallo;
ni presumas porque callo
que lo hago por temor.
15-
Pues sabes que no lo habrás
de mí jamás en tu vida,
veamos qué me darás
o qué cobro te harás
sin mí para tu herida;
y bien sé que has de venir,
las rodillas por el suelo
a suplicarme y pedir
que te quiera recibir
y poner algún consuelo.
17-
Por tu buen conocimiento
entre dar a quien te diste
por tu firme pensamiento,
por las penas y tormento
que por amores sufriste,
te torno y te restituyo
en lo que tanto deseas
y te doy todo lo tuyo
y por bendición concluyo
que jamás en tal te veas.
Bibliografía: Manrique, Jorge, OBRA AMATORIA (quejándose del Dios del Amor).entre dar a quien te diste
por tu firme pensamiento,
por las penas y tormento
que por amores sufriste,
te torno y te restituyo
en lo que tanto deseas
y te doy todo lo tuyo
y por bendición concluyo
que jamás en tal te veas.
Omitidas las réplicas del aquejado, dejando sólo las respuestas de Dios.
OH MUNDO PUES QUE NOS MATAS
(Jorge Manrique 1440-1479)
1-
¡Oh, mundo! Pues que nos matas,
fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas y dolores
muy poblada;
de los bienes tan desierta,
de placeres y dulzores
despojada.
2fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas y dolores
muy poblada;
de los bienes tan desierta,
de placeres y dulzores
despojada.
Es, tu comienzo lloroso,
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
ya a quien das vida más larga
le das pena;
así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das:
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
ya a quien das vida más larga
le das pena;
así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das:
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.
ROMANCE (S XVI)
Fonte-frida, Fonte - frida,
Fonte-frida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
si no es la Tortolica,
que está cuida y con dolor.
Por allí fuera a pasar
el traidor del Ruiseñor;
las palabras que le dice
llenas son de traición:
-Si tú quisieses, señora,
yo sería tu servidor.
-Vete de ahí, enemigo,
Fonte-frida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
si no es la Tortolica,
que está cuida y con dolor.
Por allí fuera a pasar
el traidor del Ruiseñor;
las palabras que le dice
llenas son de traición:
-Si tú quisieses, señora,
yo sería tu servidor.
-Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador.
Que ni poso en ramo verde
ni en prado que tenga flor;
que si el agua hallo clara,
turbia la bebía yo;
que no quiero haber marido
porque hijos no haya, no;
ni menos consolación.
¡Déjame, triste enemigo,
malo, falso, ruin, traidor,
que no quiero ser tu amiga
ni casa contigo, no!
En los solares de Burgos
a su Rodrigo aguardando,
tan encinta está Jimena,
que muy cedo aguarda el parto;
cuando demás dolorida
una mañana en disanto,
bañada en lágrimas tiernas,
escribe al rey don ´Fernando:
“A vos, el mi señor rey,
el bueno, el aventurado,
el magno, el conquistador,
el agradecido, el sabio,
la vuestra sierva Jimena,
fija del conde Lozano,
desde Burgos os saluda,
donde vive lacerando.
Perdonédesme señor,
que no tengo pecho falso,
y si mal talante os tengo,
que no puedo disimulallo.
Qué ley de Dios vos otorga
que podáis, por tiempo tanto
como ha que fincáis en lides,
descasar a los casados?
¿Qué buena razón consiente
que a mi marido velado
no le soltéis para mí
sino una vez en el año?
Y esa vez que le soltáis,
fasta los pies del caballo
tan teñido en sangre viene,
que pone pavor mirallo;
y no bien mis brazos toca
cuando se duerme en mis brazos,
y en sueños gime y foceja,
que cuida que está lidiando;
y apenas el alba rompe,
cuando lo están acuciando
las esculcas adalides
para que se vuelva al campo.
Llorando vos lo pedí
y en mi soledad cuidando
de cobrar padre y marido,
ni uno tengo ni otro alcanzo.
Y como otro bien no tengo
y me lo habedes quitado,
en guisa lo lloro vivo
cual si estuviese enterrado.
Si lo façéis por honralle,
asaz Rodrigo es honrado,
pues no tiene barba y tiene
reyes moros por vasallos.
Yo finco, señor, encinta,
que en nueve meses he entrado
y me pueden empecer
las lágrimas que derramo.
Dad este escrito a las llamas,
no se faga de él palacio,
que en malos barruntadores
no me será bien contado.”
papel a su secretario,
a la carta de Jimena
responde el rey por su mano;
y después de hacer la cruz
con cuatro puntos y un rasgo,
aquestas palabras pone
a guisa de cortesano:
“A vos, la noble Jimena,
la del marido envidiado;
vos envío mis saludos
en fe de quereros tanto.
Que estáis de mi querellosa,
decís en vuesto despacho,
que nos vos suelto el marido
sino una vez en el año,
y que cuando vos le suelto,
en lugar de regalaros,
en vuestros brazos se duerme
como viene tan cansado.
No supiérades, señora,
que vos quitaba el velado
para mis namoramientos,
fuera bien el lamentarlo;
mas si sólo vos lo quito
para lidiar en el campo
con los moros con vecinos,
nos vos fago mucho agravio;
que si yo no hubiera puesto
las mis huertas a su cargo,
ni vos fuerais más que dueña
ni él fuera más que un hidalgo.
A no vos tener encinta,
Señora, el vuestro velado
creyera de su dormir
lo que me habedes contado.
Mas pues el parto esperáis…
Si os falta un marido al lado,
no importa, que sobra un rey
que os hará cien mil regalos.
Decís que entregue a las llamas
la carta que habéis mandado;
a contener herejías,
fue digna de tal caso;
mas pues razones contiene
dignas de los siete sabios,
mejor es para mi archivo
que non para el fuego ingrato.
Y porque guardéis la mía
y no la fagaís pedazos,
por ella lo que pariéredes
prometo buen aguinaldo;
si fuere fijo, daréle
una espada y un caballo
y cien mil maravedís
para ayuda de su gasto;
si fija, para su dote
prometo poner en cambio
desde el día en que naciere
de plata cuarenta marcos.
Con esto ceso, señora,
y no de estar suplicando
a la Virgen vos ayude
en los dolores de parto.”
Cuando seáis bien vieja, de noche, a la candela,
sentada junto al fuego, hilando y devanando,
al recitar mis versos, diréis maravillada:
"Ronsard me celebraba en tiempos que era bella”.
No habrá entonces lacayo que oyendo tal noticia,
aún bajo el trabajo, ya casi adormecido,
al eco de mi nombre no se haya despertado
bendiciendo tu nombre de loas inmortales.
Yo estaré bajo tierra y fantasma sin huesos
en la sombra del mirto buscaré descansar.
En tu hogar seréis una anciana arrugada,
lamentando mi amor y tu fiero desdén.
Vive, si queréis creerme; no esperéis el mañana:
recoge desde hoy las rosas de la vida.
sin perdonar al blanco pie corría
por áspero camino tan sin tiento,
que Apolo en la pintura parecía
que, porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la seguía.
el va siguiendo, y ella huye como
quien siente al pecho el odioso plomo.
XXI
Mas a la fin los brazos le crecían
y en sendos ramos vueltos se mostraban,
y los cabellos, que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban.
Llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengo ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
el árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasea,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.
TRASPASADA
En las internas entrañas
sentí un golpe repentino:
el blasón era divino,
porque obró grandes hazañas.
Con el golpe fue herida,
y aunque la herida es mortal
y es un dolor sin igual,
es muerte que causa vida.
Si mata, ¿cómo da vida?
Si da vida, ¿cómo muere?
Cómo sana cuando hiere
y se va con Él unida?
Tiene tan divinas mañas
que en un tan acerbo trance
sale triunfal del lance
obrando grandes hazañas.
con ansias de amores inflamada,
¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
A oscura y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
Más cierto que la luz del mediodía,
donde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
Amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
El rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidad
En aquel amor inmenso
que de los dos procedía,
palabras de gran regalo
El Padre al Hijo decía,
de tan profundo deleite
que nadie las entendía;
sólo el hijo lo gozaba,
que es a quien pertenecía.
“Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta
en ti mismo lo quería;
el que a ti más se parece,
a mí más satisfacía.
Y en el que nada te asemeja,
en mí nada hallaría;
en ti sólo me he agradado,
¡Oh vida de vida mía!
Eres lumbre de mi lumbre,
eres mi sabiduría;
figura de mi substancia,
en quien bien me complacía.
Que ni poso en ramo verde
ni en prado que tenga flor;
que si el agua hallo clara,
turbia la bebía yo;
que no quiero haber marido
porque hijos no haya, no;
ni menos consolación.
¡Déjame, triste enemigo,
malo, falso, ruin, traidor,
que no quiero ser tu amiga
ni casa contigo, no!
ROMANCE OCTAVO
(Carta de doña Jimena al rey)
(Carta de doña Jimena al rey)
En los solares de Burgos
a su Rodrigo aguardando,
tan encinta está Jimena,
que muy cedo aguarda el parto;
cuando demás dolorida
una mañana en disanto,
bañada en lágrimas tiernas,
escribe al rey don ´Fernando:
“A vos, el mi señor rey,
el bueno, el aventurado,
el magno, el conquistador,
el agradecido, el sabio,
la vuestra sierva Jimena,
fija del conde Lozano,
desde Burgos os saluda,
donde vive lacerando.
Perdonédesme señor,
que no tengo pecho falso,
y si mal talante os tengo,
que no puedo disimulallo.
Qué ley de Dios vos otorga
que podáis, por tiempo tanto
como ha que fincáis en lides,
descasar a los casados?
¿Qué buena razón consiente
que a mi marido velado
no le soltéis para mí
sino una vez en el año?
Y esa vez que le soltáis,
fasta los pies del caballo
tan teñido en sangre viene,
que pone pavor mirallo;
y no bien mis brazos toca
cuando se duerme en mis brazos,
y en sueños gime y foceja,
que cuida que está lidiando;
y apenas el alba rompe,
cuando lo están acuciando
las esculcas adalides
para que se vuelva al campo.
Llorando vos lo pedí
y en mi soledad cuidando
de cobrar padre y marido,
ni uno tengo ni otro alcanzo.
Y como otro bien no tengo
y me lo habedes quitado,
en guisa lo lloro vivo
cual si estuviese enterrado.
Si lo façéis por honralle,
asaz Rodrigo es honrado,
pues no tiene barba y tiene
reyes moros por vasallos.
Yo finco, señor, encinta,
que en nueve meses he entrado
y me pueden empecer
las lágrimas que derramo.
Dad este escrito a las llamas,
no se faga de él palacio,
que en malos barruntadores
no me será bien contado.”
ROMANCE NOVENO
(La respuesta del rey)
Pidiendo a las diez del día(La respuesta del rey)
papel a su secretario,
a la carta de Jimena
responde el rey por su mano;
y después de hacer la cruz
con cuatro puntos y un rasgo,
aquestas palabras pone
a guisa de cortesano:
“A vos, la noble Jimena,
la del marido envidiado;
vos envío mis saludos
en fe de quereros tanto.
Que estáis de mi querellosa,
decís en vuesto despacho,
que nos vos suelto el marido
sino una vez en el año,
y que cuando vos le suelto,
en lugar de regalaros,
en vuestros brazos se duerme
como viene tan cansado.
No supiérades, señora,
que vos quitaba el velado
para mis namoramientos,
fuera bien el lamentarlo;
mas si sólo vos lo quito
para lidiar en el campo
con los moros con vecinos,
nos vos fago mucho agravio;
que si yo no hubiera puesto
las mis huertas a su cargo,
ni vos fuerais más que dueña
ni él fuera más que un hidalgo.
A no vos tener encinta,
Señora, el vuestro velado
creyera de su dormir
lo que me habedes contado.
Mas pues el parto esperáis…
Si os falta un marido al lado,
no importa, que sobra un rey
que os hará cien mil regalos.
Decís que entregue a las llamas
la carta que habéis mandado;
a contener herejías,
fue digna de tal caso;
mas pues razones contiene
dignas de los siete sabios,
mejor es para mi archivo
que non para el fuego ingrato.
Y porque guardéis la mía
y no la fagaís pedazos,
por ella lo que pariéredes
prometo buen aguinaldo;
si fuere fijo, daréle
una espada y un caballo
y cien mil maravedís
para ayuda de su gasto;
si fija, para su dote
prometo poner en cambio
desde el día en que naciere
de plata cuarenta marcos.
Con esto ceso, señora,
y no de estar suplicando
a la Virgen vos ayude
en los dolores de parto.”
SONETO
Ronsard
(a Helena) 1524-1585
Ronsard
(a Helena) 1524-1585
Cuando seáis bien vieja, de noche, a la candela,
sentada junto al fuego, hilando y devanando,
al recitar mis versos, diréis maravillada:
"Ronsard me celebraba en tiempos que era bella”.
No habrá entonces lacayo que oyendo tal noticia,
aún bajo el trabajo, ya casi adormecido,
al eco de mi nombre no se haya despertado
bendiciendo tu nombre de loas inmortales.
Yo estaré bajo tierra y fantasma sin huesos
en la sombra del mirto buscaré descansar.
En tu hogar seréis una anciana arrugada,
lamentando mi amor y tu fiero desdén.
Vive, si queréis creerme; no esperéis el mañana:
recoge desde hoy las rosas de la vida.
EGLOGA III
Garcilaso de la Vega
-1539-1616-
Dafne, con el cabello suelto al viento,Garcilaso de la Vega
-1539-1616-
sin perdonar al blanco pie corría
por áspero camino tan sin tiento,
que Apolo en la pintura parecía
que, porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la seguía.
el va siguiendo, y ella huye como
quien siente al pecho el odioso plomo.
XXI
Mas a la fin los brazos le crecían
y en sendos ramos vueltos se mostraban,
y los cabellos, que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban.
Llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.
SONETO XIII
Garcilaso de la Vega
Garcilaso de la Vega
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengo ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
el árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
SIGLO DE ORO S XVI
Santa Teresa de Jesús
1515-1582
NADA DE TURBESanta Teresa de Jesús
1515-1582
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasea,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.
TRASPASADA
En las internas entrañas
sentí un golpe repentino:
el blasón era divino,
porque obró grandes hazañas.
Con el golpe fue herida,
y aunque la herida es mortal
y es un dolor sin igual,
es muerte que causa vida.
Si mata, ¿cómo da vida?
Si da vida, ¿cómo muere?
Cómo sana cuando hiere
y se va con Él unida?
Tiene tan divinas mañas
que en un tan acerbo trance
sale triunfal del lance
obrando grandes hazañas.
EN UNA NOCHE OSCURA
San Juan de la Cruz
1542-1591
En una noche oscura,San Juan de la Cruz
1542-1591
con ansias de amores inflamada,
¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
A oscura y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
Más cierto que la luz del mediodía,
donde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
Amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
El rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidad
(Battistezza consideró que fue el mejor y el más grande poeta de la lengua castellana).
ROMANCE
San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz
En aquel amor inmenso
que de los dos procedía,
palabras de gran regalo
El Padre al Hijo decía,
de tan profundo deleite
que nadie las entendía;
sólo el hijo lo gozaba,
que es a quien pertenecía.
“Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta
en ti mismo lo quería;
el que a ti más se parece,
a mí más satisfacía.
Y en el que nada te asemeja,
en mí nada hallaría;
en ti sólo me he agradado,
¡Oh vida de vida mía!
Eres lumbre de mi lumbre,
eres mi sabiduría;
figura de mi substancia,
en quien bien me complacía.
Al que a ti amare, Hijo,
a mí mismo le daría,
y el amor que yo en ti tengo,
ese mismo en él pondría,
en razón de haber amado
a quien yo tanto quería.”
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
(…)
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuerte y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
(…)
¿Ay, quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.
(…)
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos
y sólo para ti quiero tenellos.
Descubre tu presencia
y mátame tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
Que voy de vuelo!
(…)
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios, nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silvo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada, la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
(…)
En la interior bodega
de mi Amado bebí y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
(…)
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
en solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste
y en uno de mis ojos te llagaste.
(…)
No quieras despreciarme
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.
(...)
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
ya su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
(…)
Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.
(…)
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
En soledad vivía
y en soledad ha puesto ya su nido
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
.-.-.-.-.-.-.-
A SALINAS Fray Luis de León
1528-1591
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
Ve como el Gran Maestro,
a aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustantado.
Y como está compuesta
a mí mismo le daría,
y el amor que yo en ti tengo,
ese mismo en él pondría,
en razón de haber amado
a quien yo tanto quería.”
CANTICO ESPIRITUAL
San Juan de la Cruz
(Canciones entre el alma y el esposo)
San Juan de la Cruz
(Canciones entre el alma y el esposo)
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
(…)
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuerte y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
(…)
¿Ay, quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.
(…)
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos
y sólo para ti quiero tenellos.
Descubre tu presencia
y mátame tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
Que voy de vuelo!
(…)
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios, nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silvo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada, la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
(…)
En la interior bodega
de mi Amado bebí y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
(…)
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
en solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste
y en uno de mis ojos te llagaste.
(…)
No quieras despreciarme
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.
(...)
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
ya su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
(…)
Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.
(…)
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
En soledad vivía
y en soledad ha puesto ya su nido
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
.-.-.-.-.-.-.-
A SALINAS Fray Luis de León
1528-1591
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
Ve como el Gran Maestro,
a aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustantado.
Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta
y entrambas a porfía
mezclan una dulcísima armonía.
Aquí el alma navega
por un mar de dulzura; y finalmente
en él así se anega,
que ningún accidente
extraño o peregrino oye o siente.
Oh, suene de continuo,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien el bien divino
despiertan los sentidos,
quedando a lo demás adormecidos.
. -.-.-.-.-.-
NO ME MUEVE anónimo
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera
pues, aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
consonante respuesta
y entrambas a porfía
mezclan una dulcísima armonía.
Aquí el alma navega
por un mar de dulzura; y finalmente
en él así se anega,
que ningún accidente
extraño o peregrino oye o siente.
Oh, suene de continuo,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien el bien divino
despiertan los sentidos,
quedando a lo demás adormecidos.
. -.-.-.-.-.-
NO ME MUEVE anónimo
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera
pues, aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
EL Caballero del Febo de Don Quijote
Cervantes
1547-1616
SONETO
A vuestra espada, no igualó la mía,
Febo español, curioso cortesano,
Ni a la alta gloria de valor mi mano,
Que rayo fue do nace y muere el día.
Imperio desprecié; la monarquía
que me ofreció el Oriente rojo en vano
dejé, por ver el rostro soberano
de Claridiana, aurora hermosa mía.
Améla por milagro único y raro,
y, ausente en su desgracia, el propio infierno
tremió mi brazo, que domó su rabia.
Mas vos, dogo Quijote, ilustre y claro,
por Dulcinea sois al mundo eterno,
Y yella, por vos, famosa, honesta y sabia.
Febo español, curioso cortesano,
Ni a la alta gloria de valor mi mano,
Que rayo fue do nace y muere el día.
Imperio desprecié; la monarquía
que me ofreció el Oriente rojo en vano
dejé, por ver el rostro soberano
de Claridiana, aurora hermosa mía.
Améla por milagro único y raro,
y, ausente en su desgracia, el propio infierno
tremió mi brazo, que domó su rabia.
Mas vos, dogo Quijote, ilustre y claro,
por Dulcinea sois al mundo eterno,
Y yella, por vos, famosa, honesta y sabia.
¿Quién Menoscaba mis bienes?
Cervantes
¿Quién menoscaba mis bienes?
Desdenes.
¿Y quién aumenta mis duelos?
Los celos.
¿Y quién prueba mi paciencia?
Ausencia.
De este modo, en mi dolencia
Ningún remedio se alcanza,
Pues me matan la esperanza,
Desdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor?
Amor.
¿Y quién mi gloria repugna?
Fortuna.
¿Y quién consiente en mi duelo?
El cielo.
De este modo, yo recelo
morir desde mal estraño,
pues se aumentan en mi daño,
amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor ¿Quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males ¿Quién los cura?
Locura.
De este modo, no es cordura
querer curar la pasión
cuando los remedios son
Desdenes.
¿Y quién aumenta mis duelos?
Los celos.
¿Y quién prueba mi paciencia?
Ausencia.
De este modo, en mi dolencia
Ningún remedio se alcanza,
Pues me matan la esperanza,
Desdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor?
Amor.
¿Y quién mi gloria repugna?
Fortuna.
¿Y quién consiente en mi duelo?
El cielo.
De este modo, yo recelo
morir desde mal estraño,
pues se aumentan en mi daño,
amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor ¿Quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males ¿Quién los cura?
Locura.
De este modo, no es cordura
querer curar la pasión
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.
BUSCO EN LA MUERTE LA VIDA.
Cervantes
Busco en la muerte la vida,
salud en la enfermedad,
en la prisión libertad,
en lo cerrado salida
y en el traidor lealtad.
Pero mi suerte, de quien
jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuido
que, pues lo imposible pido,
lo posible aún no me den.
salud en la enfermedad,
en la prisión libertad,
en lo cerrado salida
y en el traidor lealtad.
Pero mi suerte, de quien
jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuido
que, pues lo imposible pido,
lo posible aún no me den.
BARROC: PERIBAÑEZ Y EL COMENDADOR DE OCAÑA.
Obra de teatro de Lope de Vega.
1562-1635
Romance.
Cuando se muestra el lucero,
viene del campo mi esposo,
de su cena deseoso;
siéntele el alma primero,
arrojando el almohadilla,
que siempre tengo en la silla
quien mis labores concierta.
El de las mulas se arroja
y yo me arrojo en sus brazos;
tal vez de nuestros abrazos
la bestia hambrienta se enoja
y, sintiéndola gruñir
dice: “En dándole la cena
al ganado, cara buena,
volverá Pedro a salir.”
Mientras él paja les echa,
ir por cebada me manda;
yo la traigo, el la zaranda
y deja la que aproveche.
Revuévela en el pesebre
y allí me vuelve a abrazar;
que no hay tan bajo lugar
que el amor no le celebre.
Salimos donde ya está
dándonos voces la olla,
porque el ajo y la cebolla,
fuera del olor que dan
por toda nuestra cocina,
tocan a la cobertera
el villano, de manera,
que a bailalle nos inclina.
Sácola en limpios manteles,
no en plata, aunque yo quisiera;
platos son de Talavera,
que están vertiendo claveles.
Avahóle su escudilla
Cuando se muestra el lucero,
viene del campo mi esposo,
de su cena deseoso;
siéntele el alma primero,
arrojando el almohadilla,
que siempre tengo en la silla
quien mis labores concierta.
El de las mulas se arroja
y yo me arrojo en sus brazos;
tal vez de nuestros abrazos
la bestia hambrienta se enoja
y, sintiéndola gruñir
dice: “En dándole la cena
al ganado, cara buena,
volverá Pedro a salir.”
Mientras él paja les echa,
ir por cebada me manda;
yo la traigo, el la zaranda
y deja la que aproveche.
Revuévela en el pesebre
y allí me vuelve a abrazar;
que no hay tan bajo lugar
que el amor no le celebre.
Salimos donde ya está
dándonos voces la olla,
porque el ajo y la cebolla,
fuera del olor que dan
por toda nuestra cocina,
tocan a la cobertera
el villano, de manera,
que a bailalle nos inclina.
Sácola en limpios manteles,
no en plata, aunque yo quisiera;
platos son de Talavera,
que están vertiendo claveles.
Avahóle su escudilla
de sopas con tal primor,
que no las come mejor
el señor de muesa villa;
y él lo paga, porque a fe
que apenas bocado toma,
de que como a su paloma,
lo que es mejor no me dé.
Bebe y deja la mitad,
bebóle las fuerzas yo;
traigo olivas, y si no,
es postre la voluntad.
Acabada la comida,
puestas las manos los dos,
dámosle gracias a Dios
por la merced recibida
y vámonos a acostar,
donde le pesa a la aurora
cuando se llega la hora
de venirnos a llamar
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?que no las come mejor
el señor de muesa villa;
y él lo paga, porque a fe
que apenas bocado toma,
de que como a su paloma,
lo que es mejor no me dé.
Bebe y deja la mitad,
bebóle las fuerzas yo;
traigo olivas, y si no,
es postre la voluntad.
Acabada la comida,
puestas las manos los dos,
dámosle gracias a Dios
por la merced recibida
y vámonos a acostar,
donde le pesa a la aurora
cuando se llega la hora
de venirnos a llamar
Lope de Vega SONETO
1652-1635
Qué tengo yo, que mi amistad procuras
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
Cuántas veces el ángel me decía:
“alma, asómate ahora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía!”
Y cuántas, hermosura soberana,
mañana le abriremos -respondía-
¡Para lo mismo responder maña
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
Cuántas veces el ángel me decía:
“alma, asómate ahora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía!”
Y cuántas, hermosura soberana,
mañana le abriremos -respondía-
¡Para lo mismo responder maña
SONETO
Es hielo abrasador; es fuego helado;
es herida que duele y no se siente;
es un soñado bien, un mal presente.
Es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado;
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, éste su abismo.
Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.
1580-1645Es hielo abrasador; es fuego helado;
es herida que duele y no se siente;
es un soñado bien, un mal presente.
Es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado;
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, éste su abismo.
Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.
Francisco de Quevedo
SONETO
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso,
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño.
Esto es amor: Quién lo probó lo sabe.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso,
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño.
Esto es amor: Quién lo probó lo sabe.
SONETO
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansiosa lisonjera;
Mas no desotra parte en la ribera
dexará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi alma el agua fría
y perder el respeto a la ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido;
venas, que humor a tanto fuego han dado;
médulas, que han gloriosamente ardido;
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido
Polvo serán mas polvo enamorado.
-Góngora-Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansiosa lisonjera;
Mas no desotra parte en la ribera
dexará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi alma el agua fría
y perder el respeto a la ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido;
venas, que humor a tanto fuego han dado;
médulas, que han gloriosamente ardido;
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido
Polvo serán mas polvo enamorado.
1561-1627
SONETO
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lirio bello;
Mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello;
Goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelve, más tú y ello conjuntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lirio bello;
Mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello;
Goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelve, más tú y ello conjuntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
LA VIDA ES SUEÑO (escena II)
Calderón -1542-1591-
Romance
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos:
y si haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
Y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el vientre escribe;
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!)
¿Y hay quién intenta reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueño el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
Y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción
Y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son
Sor Juana Inés de la CruzEs verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos:
y si haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
Y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el vientre escribe;
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!)
¿Y hay quién intenta reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueño el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
Y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción
Y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son
Méjico, 1462-1530
Hombre necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén:
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
(…)
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
Burlándoos, si os quieren bien.
Opinión ninguna gana
pues la que mas se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite, es livian
Sor Juana Inés de la Cruza la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén:
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
(…)
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
Burlándoos, si os quieren bien.
Opinión ninguna gana
pues la que mas se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite, es livian
SONETO
Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muere,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
leve mi pecho de obediente acero;
¿Por qué me enamoras, lisonjero,
si has de burlarme fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía,
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía;
poco importa burlar brazos y pecho,
si te labra prisión mi fantasía.
Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muere,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
leve mi pecho de obediente acero;
¿Por qué me enamoras, lisonjero,
si has de burlarme fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía,
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía;
poco importa burlar brazos y pecho,
si te labra prisión mi fantasía.
ROMANTICISMO S XIX
BAUDELAIRE 1821-1867
CORRESPONDENCIA (soneto)
La creación es un templo donde vivos pilares
dan salida -a veces- a palabras confusas;
por ella marcha el hombre entre selvas oscuras
de símbolos que observa con ojos familiares.
Con extasiados ecos que pronto se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad,
inmensa cual la noche y cual la claridad,
perfumes y colores y sones se responden.
Hay perfumes tan frescos como carnes de infantes,
dulces como oboes, verdes cual praderas
y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes
que tienen expansiones jamás perecederas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí,el incienso,
que cantan de alma y cuerpo todo su goce intenso.
La creación es un templo donde vivos pilares
dan salida -a veces- a palabras confusas;
por ella marcha el hombre entre selvas oscuras
de símbolos que observa con ojos familiares.
Con extasiados ecos que pronto se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad,
inmensa cual la noche y cual la claridad,
perfumes y colores y sones se responden.
Hay perfumes tan frescos como carnes de infantes,
dulces como oboes, verdes cual praderas
y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes
que tienen expansiones jamás perecederas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí,el incienso,
que cantan de alma y cuerpo todo su goce intenso.
EL ALBATROS (soneto)
Suelen, por divertirse, los hombres marineros,
cazar grandes albatros, pájaros de los mares,
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
al barco que navega sobre abismos de azares.
Apenas los arrojan -allí- sobre cubierta,
esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,
el ala blanca y grande aflojan como muerta
y la dejan -cual remos- caer a los costados.
¡Qué tímido y qué inútil ese viajero alado!
Él antes tan soberbio; ¡Qué grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quebrado;
otro imita, rengueando, del inválido el vuelo.
El Poeta es igual : allá arriba, en la altura,
¡Qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado del mundo concluye su aventura:
sus alas de gigante no sirven ya de nada.
PAUL VERLAINESuelen, por divertirse, los hombres marineros,
cazar grandes albatros, pájaros de los mares,
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
al barco que navega sobre abismos de azares.
Apenas los arrojan -allí- sobre cubierta,
esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,
el ala blanca y grande aflojan como muerta
y la dejan -cual remos- caer a los costados.
¡Qué tímido y qué inútil ese viajero alado!
Él antes tan soberbio; ¡Qué grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quebrado;
otro imita, rengueando, del inválido el vuelo.
El Poeta es igual : allá arriba, en la altura,
¡Qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado del mundo concluye su aventura:
sus alas de gigante no sirven ya de nada.
francés 1844-1896
El cielo luce sobre el tejado azul, en calma.
Un árbol quedo, sobre el tejado
mece su palma.
Una campana, en ese cielo,
muy suave tañe.
Un pajarillo, en ese cielo,
se queja y plañe.
Oh Dios, la vida simple y tranquila,
ahí cerca está.
Un apacible rumor me llega
de la ciudad.
¿Qué es lo que has hecho, oh tú que lloras
con inquietud?
Qué es lo que has hecho y en qué has perdido
la juventud?
EL ARPA
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosas y cubierta de polvo
veíase el arpa.
Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas.
Ay, pensé: cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “¡Levántate y anda!”
1836-1870
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas: pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que el cálculo resista;
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanza y recuerdos,
¡Habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras respondan el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
Habrá poes
JOSÉ A. SILVA.Un árbol quedo, sobre el tejado
mece su palma.
Una campana, en ese cielo,
muy suave tañe.
Un pajarillo, en ese cielo,
se queja y plañe.
Oh Dios, la vida simple y tranquila,
ahí cerca está.
Un apacible rumor me llega
de la ciudad.
¿Qué es lo que has hecho, oh tú que lloras
con inquietud?
Qué es lo que has hecho y en qué has perdido
la juventud?
EL ARPA
S XIX BÉCQUER
1836-1870
Del salón en el ángulo oscuro,de su dueña tal vez olvidada,
silenciosas y cubierta de polvo
veíase el arpa.
Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas.
Ay, pensé: cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “¡Levántate y anda!”
A. BÉCQUER MIENTRAS
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas: pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que el cálculo resista;
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanza y recuerdos,
¡Habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras respondan el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
Habrá poes
Colombia 1865-189
NOCTURNO
Una noche, una noche
toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,
una noche en que ardían
en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura
caminabas;
y la luna llena,
y la luna pálida,
por los cielos azulosos, infinitos y profundos
esparcía su luz blanca;
y tu sombra,
esbelta y ágil,
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una sola sombra
y eran una sola sombra larga …
Esta noche,
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de su muerte,
separado de ti misma
por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminaba …
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas …
sentí frío; era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas.
era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la senda solitaria;
y tu sombra, esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como aquella noche alegre de la muerta primavera,
como aquella noche
llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,
se acercó y marchó con ella …
¡Oh las sombras de los cuerpos
que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh las sombras que se buscan
en las noches de tristezas y de lágrimas!
.-.-.-.-.-.-.-
RUBEN DARÍO
1867-1916
LO FATAL
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de estar vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror,
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por las sombras y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebre ramos
y no sabe adónde vamos
ni de dónde venimos.
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
Una noche, una noche
toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,
una noche en que ardían
en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura
caminabas;
y la luna llena,
y la luna pálida,
por los cielos azulosos, infinitos y profundos
esparcía su luz blanca;
y tu sombra,
esbelta y ágil,
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una sola sombra
y eran una sola sombra larga …
Esta noche,
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de su muerte,
separado de ti misma
por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminaba …
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas …
sentí frío; era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas.
era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la senda solitaria;
y tu sombra, esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como aquella noche alegre de la muerta primavera,
como aquella noche
llena de murmullos, de perfumes y de música de alas,
se acercó y marchó con ella …
¡Oh las sombras de los cuerpos
que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh las sombras que se buscan
en las noches de tristezas y de lágrimas!
.-.-.-.-.-.-.-
RUBEN DARÍO
1867-1916
LO FATAL
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de estar vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror,
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por las sombras y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebre ramos
y no sabe adónde vamos
ni de dónde venimos.
RUBEN DARÍO LEDA
S XX
El cisne en la sombra parece de nieve;S XX
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
RUBÉN DARÍO
LA FE
En medio del abismo de la duda,
lleno de oscuridad, de sombra vana,
hay una estrella que reflejos mana.
Sublime, sí; mas silenciosa y muda
bajo sus rayos el dolor se escuda,
alienta y guía a la conciencia humana,
cuando el genio del mal con furia insana
golpéala feroz, con mano ruda.
¿Esa estrella brotó del germen puro
de la humana creación? ¿Bajó del cielo
a iluminar el porvenir oscuro?
¿A servir al que llora, de consuelo?
No sé; mas eso que a nuestra alma inflama,
ya sabéis … ya sabéis … ¡La Fe se llam
1864-1936 S XIX-XX
Ay, mi Castilla latina
con raíz gramatical.
Ay, tiempo que se declina
por luz sobrenatural.
con raíz gramatical.
Ay, tiempo que se declina
por luz sobrenatural.
El cuerpo canta,
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.
DENSO, DENSO
Mira, amigo, cuando libres
al mundo tu pensamiento,
cuida que sea ante todo
denso, denso.
Y cuando sueltes la espita,
que cierra tu sentimiento,
que en tus cantos éste mane
denso, denso.
Y en vaso en que nos escancies
de tu sentir los anhelos,
de tu pensar los cuidados,
denso, denso.
Mira que es largo el camino
y corto, muy corto, el tiempo;
parar en cada posada
no podemos.
Dinos en pocas palabras
y sin dejar el sendero,
lo que qué decir se pueda,
denso, denso.
Con hebra recia del ritmo
hebroso queden tus versos,
sin grasa, con carne prieta,
denso,dens
FELIPE IV
Mira, amigo, cuando libres
al mundo tu pensamiento,
cuida que sea ante todo
denso, denso.
Y cuando sueltes la espita,
que cierra tu sentimiento,
que en tus cantos éste mane
denso, denso.
Y en vaso en que nos escancies
de tu sentir los anhelos,
de tu pensar los cuidados,
denso, denso.
Mira que es largo el camino
y corto, muy corto, el tiempo;
parar en cada posada
no podemos.
Dinos en pocas palabras
y sin dejar el sendero,
lo que qué decir se pueda,
denso, denso.
Con hebra recia del ritmo
hebroso queden tus versos,
sin grasa, con carne prieta,
denso,dens
FELIPE IV
Manuel Machado
1874-1947
Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso
y de sus ojos el azul cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso
ni joyeles perturban, ni cadenas,
el negro terciopelo silencioso.
Y en vez de cetro real, sostiene apenas,
con desmayo galán, una guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.
MANUEL MACHADOque nuestro rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso
y de sus ojos el azul cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso
ni joyeles perturban, ni cadenas,
el negro terciopelo silencioso.
Y en vez de cetro real, sostiene apenas,
con desmayo galán, una guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.
ADELFOS
Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer.
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna.
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.
En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma ni forma ni color.
¡Besos! ¡Pero no darlos! ¡Gloria, la que me deben!
Que todo como un aura se venga para mí.
Que las olas me traigan y las olas me lleven
y que jamás me obliguen el camino a elegir!
Ambición. No la tengo. Amor. No lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve. Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.
De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan -se heredan- elegancia y blasón,
pero el lema de casa, el mote del escudo
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí.
que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir.
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer.
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
El beso generoso que no he de devolver!
Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer.
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna.
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.
En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma ni forma ni color.
¡Besos! ¡Pero no darlos! ¡Gloria, la que me deben!
Que todo como un aura se venga para mí.
Que las olas me traigan y las olas me lleven
y que jamás me obliguen el camino a elegir!
Ambición. No la tengo. Amor. No lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve. Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.
De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan -se heredan- elegancia y blasón,
pero el lema de casa, el mote del escudo
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí.
que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir.
Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer.
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
El beso generoso que no he de devolver!
ANTONIO MACHADO
CXXX LA SAETA
1875-1939
Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús, el nazareno?
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús, el nazareno?
SAETA POPULAR
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del Madero,
sino al que anduvo en el mar
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del Madero,
sino al que anduvo en el mar
XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la ma
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la ma
PROVERBIOS Y CANTARES
I
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombre mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
II
Para qué llamar camino
a los surcos del azar?
Todo el que camina anda,
como Jesús sobre el mar.
VI
El Dios que todos llevamos
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres persona
del sólo Dios verdadero.
I
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombre mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
II
Para qué llamar camino
a los surcos del azar?
Todo el que camina anda,
como Jesús sobre el mar.
VI
El Dios que todos llevamos
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres persona
del sólo Dios verdadero.
Miguel Hernández
1910-1942
EL SILBO DEL DALE
Dale al agua, molino,
hasta nevar el trigo.
Dale a la piedra, agua,
hasta ponerla mansa.
Dale al molino, aire,
hasta lo inacabable.
Dale al aire, cabrero,
hasta que silbe tierno.
Dale al cabrero, monte,
hasta dejarle inmóvil.
Dale al monte, lucero,
hasta que se haga cielo.
Dale, Dios, a mi alma,
hasta perfeccionarla.
Dale que dale, dale,
molino, piedra, aire,
cabrero, monte, astro,
dale que dale largo.
Dale que dale, Dios,
¡Ay! Hasta la perfección.
Dale al agua, molino,
hasta nevar el trigo.
Dale a la piedra, agua,
hasta ponerla mansa.
Dale al molino, aire,
hasta lo inacabable.
Dale al aire, cabrero,
hasta que silbe tierno.
Dale al cabrero, monte,
hasta dejarle inmóvil.
Dale al monte, lucero,
hasta que se haga cielo.
Dale, Dios, a mi alma,
hasta perfeccionarla.
Dale que dale, dale,
molino, piedra, aire,
cabrero, monte, astro,
dale que dale largo.
Dale que dale, Dios,
¡Ay! Hasta la perfección.
MENOS TU VIENTRE
Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro,
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.
NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
(…)
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
(…)
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
(…)
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él ,triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
no sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
(…)
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
(…)
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
(…)
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él ,triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
no sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
FEDERICO GARCIA LORCA
1896-1936
REPSONSO EN BRONCE MAYOR
Encadenaron la noche
doce eslabones de bronce.
Improvisaron las torres
doce cadalsos de bronce.
Ajusticiaron la noche
doce verdugos de bronce.
Amortajaron la noche
doce sudarios de bronce.
Cavaron su tumba, doce,
doce azadores de bronce.
Rezongaron doce monjes,
doce “liberarme Domine”
De bronce.
Cayeron sobre la noche
doce silencios de bronce.
Encadenaron la noche
doce eslabones de bronce.
Improvisaron las torres
doce cadalsos de bronce.
Ajusticiaron la noche
doce verdugos de bronce.
Amortajaron la noche
doce sudarios de bronce.
Cavaron su tumba, doce,
doce azadores de bronce.
Rezongaron doce monjes,
doce “liberarme Domine”
De bronce.
Cayeron sobre la noche
doce silencios de bronce.
MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO
F G. LORCA
Voces de muerte sonaroncerca de Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daban saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alelí,
voces de muerte sonaron
cerca de Guadalquivir.
**
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
-Mis cuatro primos Heredias,
hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
-¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de la Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
-Ay, Federico García,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.
Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchóse pone
su cabeza en un cojín.
Otro de rubor cansado
encendieron un candil.
y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca de Guadalquivir.
LA CASADA INFIEL
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río,
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales de luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapan
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
RAFAEL DE LEÓNF G.LORCA
Y que yo me la llevé al ríocreyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río,
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales de luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapan
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
PROFECIA
Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo
que te casaste hace un mes,
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquier en mi caso
se hubiera echao a llorar;
yo, cruzándome de brazos
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni enredarme en maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Qué te has casao? ¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.
Por que sin ser tu marío
ni tu novio ni tu amante:
soy el que má te ha querío
y con ello tengo bastante.
2) ¡Pamplinas! Figuraciones
que se inventan los chavales;
después la vía se impone:
tanto tienes, tanto vales.
Por eso yo al enterarme
que lleva un mes casá
no dije que iba a matarme,
sino que me daba igual.
Mas como es rico tu dueño
te vendo esta profecía:
tú, cada noche, entre sueños
soñarás que me querías
y recordarás la tarde
que tu boca me besó.
Y te llamarás:¡cobarde!
Como te lo llamo yo,
y verás sueña que sueña
que me moría siendo chico.
Y se llevó una cigüeña
mi corazón en el pico.
Pensarás: no es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que má te ha querío:
con eso tengo bastante.
Por lo demás, todo se orvía.
Verás como Dios te envía
un hijo como una estrella.
Avísame reseguida
me servirá de alegría
cantarla la nana aquélla:
(…)
Pensarás: no es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío:
con eso, tengo bastante.
RAFAEL ALBERTIMe lo contaron ayer
las lenguas de doble filo
que te casaste hace un mes,
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquier en mi caso
se hubiera echao a llorar;
yo, cruzándome de brazos
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni enredarme en maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Qué te has casao? ¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.
Por que sin ser tu marío
ni tu novio ni tu amante:
soy el que má te ha querío
y con ello tengo bastante.
2) ¡Pamplinas! Figuraciones
que se inventan los chavales;
después la vía se impone:
tanto tienes, tanto vales.
Por eso yo al enterarme
que lleva un mes casá
no dije que iba a matarme,
sino que me daba igual.
Mas como es rico tu dueño
te vendo esta profecía:
tú, cada noche, entre sueños
soñarás que me querías
y recordarás la tarde
que tu boca me besó.
Y te llamarás:¡cobarde!
Como te lo llamo yo,
y verás sueña que sueña
que me moría siendo chico.
Y se llevó una cigüeña
mi corazón en el pico.
Pensarás: no es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que má te ha querío:
con eso tengo bastante.
Por lo demás, todo se orvía.
Verás como Dios te envía
un hijo como una estrella.
Avísame reseguida
me servirá de alegría
cantarla la nana aquélla:
(…)
Pensarás: no es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío:
con eso, tengo bastante.
LO QUE DEJE POR TI
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas triste junto a un río,
caballo sobre el sol de las arenas,
dejé de olor la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
LEÓN FELIPE
1884-1968Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas triste junto a un río,
caballo sobre el sol de las arenas,
dejé de olor la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
LEÓN FELIPE
ROMERO SOLO
Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero … sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el
cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los
dedos,
Decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera … menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el
cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez solo hoy ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo los cielos.
Poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.
Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero … sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el
cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los
dedos,
Decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera … menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el
cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez solo hoy ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo los cielos.
Poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.
LEÓN FELIPE
QUÉ LASTIMA
¡Que lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que las historia es la misma, la misma siempre, que
pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después … ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estar tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
Qué lástima
que no tengo una casa,
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de mi abuelo que ganara
una batalla.
Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho y la otra mano en el puño de la espada!
y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque … qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de mi abuelo que ganara
una batalla
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada
¡Que lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que las historia es la misma, la misma siempre, que
pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después … ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estar tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
Qué lástima
que no tengo una casa,
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de mi abuelo que ganara
una batalla.
Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho y la otra mano en el puño de la espada!
y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque … qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de mi abuelo que ganara
una batalla
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada
ALFONSINA STORNI
1892-1938
HOMBRE PEQUEÑITO
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario, que quiere volar.
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito, qué jaula me das.
Digo pequeñito, porque no me entiendes
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar.
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario, que quiere volar.
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito, qué jaula me das.
Digo pequeñito, porque no me entiendes
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar.
Hombre pequeñito, te amé cuatro años.
No me pidas más.TU ME QUIERES BLANCA
Tú me quieres alba;
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
que se azucena,
sobre todas, casta.
de perfume tenue,
corola cerrada.
ni un rayo de luna
filtrado me haya,
ni una margarita
se diga mi hermana;
tú me quieres blanca;
tú me quieres nívea;
tú me quieres casta.
( …)
Tú, que el esqueleto
conservas intacto,
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
me pretendes alba.
Huye hacia los bosques;
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma,
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
preténdeme casta.
Tú me quieres alba;
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
que se azucena,
sobre todas, casta.
de perfume tenue,
corola cerrada.
ni un rayo de luna
filtrado me haya,
ni una margarita
se diga mi hermana;
tú me quieres blanca;
tú me quieres nívea;
tú me quieres casta.
( …)
Tú, que el esqueleto
conservas intacto,
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
me pretendes alba.
Huye hacia los bosques;
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma,
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
preténdeme casta.
DOLOR
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasar por la orilla lejana del mar.
Que la arena de oro y las aguas verdes
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana para concordar
con las grandes olas y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento y los ojos fríos
y la boca muda dejarme llevar.
Ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear.
Ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar.
Pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar.
Ver que se adelante, la cargante al aire,
el hombre más bello y no desear amar.
Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar.
Y figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.
OLIVERIO GIRONDO
1891.1967Quisiera esta tarde divina de octubre
pasar por la orilla lejana del mar.
Que la arena de oro y las aguas verdes
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana para concordar
con las grandes olas y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento y los ojos fríos
y la boca muda dejarme llevar.
Ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear.
Ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar.
Pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar.
Ver que se adelante, la cargante al aire,
el hombre más bello y no desear amar.
Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar.
Y figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.
OLIVERIO GIRONDO
EL ANGEL
Surgió de bajo tierra?
Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.
Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.
Surgió de bajo tierra?
Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.
Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.
CONRADO N.ROXLO
1898-1971
EL GRILLO
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo;
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.
Es este cielo azul de porcelana?
Es una copa de oro el espinillo?
O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?
¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta; es un platillo
de vibrante cristal que a dos desgrana
Gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo
es a quien tiene el corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo;
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.
Es este cielo azul de porcelana?
Es una copa de oro el espinillo?
O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?
¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta; es un platillo
de vibrante cristal que a dos desgrana
Gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo
es a quien tiene el corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!
ROXLO
SONETO
Señor, nunca me des lo que te pida.
Me encanta lo imprevisto, lo que baja
de tus rubias estrellas; que la vida
me presente de golpe la baraja
contra la que he de jugar. Quiero el asombro
de ir silencioso por mi calle oscura,
sentir que me golpean en el hombre,
volver y ver la faz de la aventura.
Quiero ignorar en dónde y de qué modo
encontraré la muerte. Sorprendida,
sepa el alma a la vuelta de un recodo,
que un paso atrás se le quedó la vida
LEOPOLDO LUGONES
ALMA VENTUROSA
Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que mi hizo saber que te quería.
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía
con tu rubor me iluminó el hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un júbilo tan blando,
que nuestro labios suspiraron quedos
y tu alma estremecíase en tu dedos
como si se estuviera deshojando.
PAVOS REALES Leopoldo Lugones
La pompa:
Ser una cola de oro de y pedrería
y un brutal grito azul … Y en su apogeo,
sentir arder en él, como el deseo,
todos los ojos con que admira el día.
Glorificar ante el amor sumiso
la belleza total, perfecta y sola.
Presentir que en su grito y en su cola
desgaja un árbol de oro el Paraíso.
( …)
El orgullo:
Y todo él no más que oro, oro, esmeralda,
Y oro otra vez, y vívidos cianuros,
que ya apaga en relámpagos oscuros,
ya en espasmos flamígeros escalda.
Fuego de oro, no más. De cuando en cuando,
parece que lo atiza con las alas
y que en la cruel soberbia de sus galas,
dos cuchillos de cobre está afilando
( …)
La noche:
Desmaya el campo en la blandura inerme
de la noche feliz. Sobre el paisaje
serenamente azul, en su plumaje
de torvo pavo real la sombra duerme.
Y hacia las blandas playas del olvido
vuelca la Vía Láctea su tesoro,
como la gigantesca cola de oro
de algún profundo pavo real dormido.
Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que mi hizo saber que te quería.
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía
con tu rubor me iluminó el hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un júbilo tan blando,
que nuestro labios suspiraron quedos
y tu alma estremecíase en tu dedos
como si se estuviera deshojando.
PAVOS REALES Leopoldo Lugones
La pompa:
Ser una cola de oro de y pedrería
y un brutal grito azul … Y en su apogeo,
sentir arder en él, como el deseo,
todos los ojos con que admira el día.
Glorificar ante el amor sumiso
la belleza total, perfecta y sola.
Presentir que en su grito y en su cola
desgaja un árbol de oro el Paraíso.
( …)
El orgullo:
Y todo él no más que oro, oro, esmeralda,
Y oro otra vez, y vívidos cianuros,
que ya apaga en relámpagos oscuros,
ya en espasmos flamígeros escalda.
Fuego de oro, no más. De cuando en cuando,
parece que lo atiza con las alas
y que en la cruel soberbia de sus galas,
dos cuchillos de cobre está afilando
( …)
La noche:
Desmaya el campo en la blandura inerme
de la noche feliz. Sobre el paisaje
serenamente azul, en su plumaje
de torvo pavo real la sombra duerme.
Y hacia las blandas playas del olvido
vuelca la Vía Láctea su tesoro,
como la gigantesca cola de oro
de algún profundo pavo real dormido.
LLUEVE
Llueve en el mar con un murmullo lento.
La brisa gime tanto, que da pena.
El día es largo y triste. El elemento
duerme el sueño pesado de la arena.
Llueve. La lluvia lánguida trasciende
su olor de flor helada y desabrida.
El día es largo y triste. Uno comprende
que la muerte es así … que así es la vida.
Sigue lloviendo. El día es triste y largo.
En el remoto gris se abisma el ser.
Llueve … Y uno quisiera, sin embargo
que no acabara nunca de llover
Baldomero Fernández Moreno
1886-1950
Llueve en el mar con un murmullo lento.
La brisa gime tanto, que da pena.
El día es largo y triste. El elemento
duerme el sueño pesado de la arena.
Llueve. La lluvia lánguida trasciende
su olor de flor helada y desabrida.
El día es largo y triste. Uno comprende
que la muerte es así … que así es la vida.
Sigue lloviendo. El día es triste y largo.
En el remoto gris se abisma el ser.
Llueve … Y uno quisiera, sin embargo
que no acabara nunca de llover
Baldomero Fernández Moreno
1886-1950
PALABRAS
Me borré el doctor
hace mucho tiempo.
Borré la inicial
de mi nombre feo.
Quiero ser nada
Ni malo ni bueno.
Un pájaro pardo
Perdido en el viento.
Me borré el doctor
hace mucho tiempo.
Borré la inicial
de mi nombre feo.
Quiero ser nada
Ni malo ni bueno.
Un pájaro pardo
Perdido en el viento.
SETENTA BALCONES Y NINGUNA FLOR
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
Odian el perfume, odian el color?
¡La piedra desnuda de tristeza agobia,
dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta llena de ilusiones?
Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave…
¡Setenta balcones y ninguna flor!
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
Odian el perfume, odian el color?
¡La piedra desnuda de tristeza agobia,
dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta llena de ilusiones?
Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave…
¡Setenta balcones y ninguna flor!
JACQUES PRÉVERT
1900-1977
EL DESAYUNO
Puso café
en la taza
Puso leche
en la taza de café
Puso azúcar
en el café con leche
Con la cucharita
lo revolvió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
sin hablarme
Encendió un cigarrillo
hizo anillos
de humo
Volcó la ceniza
en el cenicero
sin hablarme
sin mirarme
Se puso de pie
se puso
el sombrero
Se puso el impermeable
porque llovía
y se marchó
bajo la lluvia
sin decir palabra
sin mirarme
Y yo me cubrí
la cara con las manos
y lloré.
1895-1979Puso café
en la taza
Puso leche
en la taza de café
Puso azúcar
en el café con leche
Con la cucharita
lo revolvió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
sin hablarme
Encendió un cigarrillo
hizo anillos
de humo
Volcó la ceniza
en el cenicero
sin hablarme
sin mirarme
Se puso de pie
se puso
el sombrero
Se puso el impermeable
porque llovía
y se marchó
bajo la lluvia
sin decir palabra
sin mirarme
Y yo me cubrí
la cara con las manos
y lloré.
JUANA DE IBARBOUROU
LA HORA
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora, que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora, que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.
Ahora, que en mis labios repica la risa
como la campana sacudida a prisa.
Después …¡ Ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy y no mañana. ¿Oh amante, no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora, que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora, que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.
Ahora, que en mis labios repica la risa
como la campana sacudida a prisa.
Después …¡ Ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy y no mañana. ¿Oh amante, no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
COMO LA PRIMAVERA
Como un ala negra tendí mis cabellos
sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste
diciéndome luego:
-¿Duerme sobre piedras cubiertas de musgos?
¿Con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿Tu almohada es de trébol? Las tienes tan negras
porque acaso en ella exprimiste un zumo
retinto y espeso de moras silvestres?
¡Qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
Hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Qué perfume usas? Y riendo te dije:
¡Ninguno! Ninguno!
Te amor y soy joven: huelo a primavera.
Este olor que sientes es de carne firme,
de mejillas claras y de sangre nueva.
Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
la misma fragancia de la primavera!
¡AH, QUE ESTOY CANSADA!
Ah, que estoy cansada! Me he reído tanto,
tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;
tanto que este rictus que contrae mi boca
es un rastro extraño de mi risa loca.
Tanto, que esta intensa palidez que tengo
(como en los retratos de viejo abolengo),
es por la fatiga de la loca risa
que en todos mis nervios su sopor desliza.
¡Ah, que estoy cansada! Déjame que duerma,
pues como la angustia, la alegría enferma.
¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!
¿Cuándo más alegre que ahora me viste?
¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,
ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos.
Si brilla en mis ojos la humedad del llanto
es por el esfuerzo de reírme tanto.
Ah, que estoy cansada! Me he reído tanto,
tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;
tanto que este rictus que contrae mi boca
es un rastro extraño de mi risa loca.
Tanto, que esta intensa palidez que tengo
(como en los retratos de viejo abolengo),
es por la fatiga de la loca risa
que en todos mis nervios su sopor desliza.
¡Ah, que estoy cansada! Déjame que duerma,
pues como la angustia, la alegría enferma.
¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!
¿Cuándo más alegre que ahora me viste?
¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,
ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos.
Si brilla en mis ojos la humedad del llanto
es por el esfuerzo de reírme tanto.
Ernesto Cardenal
Nicaragua: n.1925
Al perderte yo a ti,
tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eres lo que yo
más amaba
y tú, porque yo era el que te
amaba más.
Pero de nosotros dos
tú pierdes más que yo,
porque yo podré amar a otros
como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán
como te amaba yo.
PABLO NERUDAtú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eres lo que yo
más amaba
y tú, porque yo era el que te
amaba más.
Pero de nosotros dos
tú pierdes más que yo,
porque yo podré amar a otros
como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán
como te amaba yo.
Chile:1904-1973
SI TÚ ME OLVIDAS
Quiero que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana.
Si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerdo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aroma, luz, metales,
fueron pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de ponto
me olvidas
no me busques
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que ese día
a esa hora
levantaré lo brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero
Si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable,
si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
¡Ay, amor mío, ay mía!
En mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida;
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
Quiero que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana.
Si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerdo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aroma, luz, metales,
fueron pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de ponto
me olvidas
no me busques
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que ese día
a esa hora
levantaré lo brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero
Si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable,
si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
¡Ay, amor mío, ay mía!
En mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida;
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
FAREWELL
Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por esos ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.
2
Yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron las palabras.
Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.
3
Amo el amor de los marineros
que besan y se van.
Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.
4
Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.
Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.
Amor que quiere libertarse
para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca.
Amor divinizado que se va.
5
Ya no se encantará mis ojos en tus ojos.
Ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
… Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.
Puedo escribir los versos más tristes
Puedo escribir los versos más tristes
esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca,
mi corazón la busca y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles,
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me cause
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Puedo escribir los versos más tristes
esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca,
mi corazón la busca y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles,
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me cause
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
GABRIELA MISTRAL
S XX
EL RUEGO
Señor, tú sabes cómo, con encendido brío,
por los seres extraños mi palabra te invoca.
Vengo ahora a pedirte por uno que era mío,
mi vaso de frescura, el panal de mi boca.
Cal de mis huesos, dulce razón de la jornada,
gorjeo de mi oído, ceñidor de mi veste.
Me cuido hasta de aquellos en que no puse nada;
no tengas ojos torvo si te pido por éste!
Te digo que era bueno, te digo que tenía
el corazón entero a flor de pecho, que era
suave de índole, franco como la luz del día,
henchido de milagro como la primavera.
Me replicas, severo, que es de plegaria indigno
el que no untó de preces sus dos labios febriles,
y se fue aquella tarde sin esperar tu signo,
trizándose las sienes como vasos sutiles.
Pero yo, mi Señor, te arguyo que he tocado,
de la misma manera que el nardo de su frente,
todo su corazón dulce y atormentado
y tenía la seda del capullo naciente!
¿Que fue crüel? Olvidas, Señor, que le quería,
y que él sabía suya la entraña que llagaba.
¿Que enturbió para siempre mis linfas de alegría?
¡No importa! Tú comprende: ¡yo le amaba, le amaba!
Y amar (bien sabes de eso) es amargo ejercicio,
un mantener los párpados de lágrimas mojados,
un refrescar de besos las trenzas del cilicio
conservando, bajo ellas, los ojos extasiados.
El hierro que taladra tiene un gustoso frío,
cuando abre, cual gavillas, las carnes amorosas.
Y la cruz ( tú te acuerdas, ¡Oh Rey de los judíos!)
Se lleva con blancura, como un gajo de rosas.
Aquí me estoy, Señor, con la cara caída
sobre el polvo, parlándote un crepúsculo entero,
o todos los crepúsculos a que alcance la vida,
si tardas en decirme la palabra que espero.
( …)
Francisco Luis Bernárdez.Señor, tú sabes cómo, con encendido brío,
por los seres extraños mi palabra te invoca.
Vengo ahora a pedirte por uno que era mío,
mi vaso de frescura, el panal de mi boca.
Cal de mis huesos, dulce razón de la jornada,
gorjeo de mi oído, ceñidor de mi veste.
Me cuido hasta de aquellos en que no puse nada;
no tengas ojos torvo si te pido por éste!
Te digo que era bueno, te digo que tenía
el corazón entero a flor de pecho, que era
suave de índole, franco como la luz del día,
henchido de milagro como la primavera.
Me replicas, severo, que es de plegaria indigno
el que no untó de preces sus dos labios febriles,
y se fue aquella tarde sin esperar tu signo,
trizándose las sienes como vasos sutiles.
Pero yo, mi Señor, te arguyo que he tocado,
de la misma manera que el nardo de su frente,
todo su corazón dulce y atormentado
y tenía la seda del capullo naciente!
¿Que fue crüel? Olvidas, Señor, que le quería,
y que él sabía suya la entraña que llagaba.
¿Que enturbió para siempre mis linfas de alegría?
¡No importa! Tú comprende: ¡yo le amaba, le amaba!
Y amar (bien sabes de eso) es amargo ejercicio,
un mantener los párpados de lágrimas mojados,
un refrescar de besos las trenzas del cilicio
conservando, bajo ellas, los ojos extasiados.
El hierro que taladra tiene un gustoso frío,
cuando abre, cual gavillas, las carnes amorosas.
Y la cruz ( tú te acuerdas, ¡Oh Rey de los judíos!)
Se lleva con blancura, como un gajo de rosas.
Aquí me estoy, Señor, con la cara caída
sobre el polvo, parlándote un crepúsculo entero,
o todos los crepúsculos a que alcance la vida,
si tardas en decirme la palabra que espero.
( …)
SONETO
Si para recobrar lo recobrado
Debí perder primero lo perdido.
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado.
Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido;
tengo por bien sufrido lo sufrido.
Tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Por que después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido,
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis BernárdezSi para recobrar lo recobrado
Debí perder primero lo perdido.
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado.
Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido;
tengo por bien sufrido lo sufrido.
Tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Por que después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido,
vive de lo que tiene sepultado.
S XX
ESTAR ENAMORADOS
Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo
de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la
muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el
alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama
desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne
se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón
de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos
mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente
repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta
compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra
sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos, es descubrir donde se juntan
cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que
nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado
prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y
campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y
las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de
su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del
pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser
esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la
distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música
sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y
los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza
distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de
una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras
golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa
campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las
luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras
entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y
la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la
llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña
lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y
tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores
y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras
criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas
amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente
de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo
compartir su noche oscura.
Es asomarse y alegrarse de que la luna todavía
sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser
hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver
a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener
las manos puras.
Que te miro a los ojos
Y una veta de amor
reconoces en los míos,
no pienses que deliro,
piensa simplemente que
puedes contar conmigo.
Si otras veces me encuentras
huraña, sin motivo,
no pienses que soy débil,
igual puedes contar conmigo.
Pero hagamos un trato.
Yo quisiera contar contigo.
¡Es tan lindo saber que existes!
Uno se siente vivo
y, cuando digo esto,
No es para que vengas
corriendo en mi auxilio,
sino para que sepas
que siempre puedes contar conmigo.
BenedettiEstar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo
de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la
muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el
alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama
desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne
se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón
de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos
mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente
repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta
compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra
sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos, es descubrir donde se juntan
cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que
nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado
prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y
campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y
las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de
su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del
pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser
esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la
distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música
sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y
los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza
distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de
una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras
golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa
campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las
luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras
entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y
la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la
llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña
lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y
tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores
y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras
criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas
amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente
de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo
compartir su noche oscura.
Es asomarse y alegrarse de que la luna todavía
sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser
hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver
a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener
las manos puras.
Mario de Benedetti HAGAMOS UN TRATO
n.1920
Si alguna vez adviertesQue te miro a los ojos
Y una veta de amor
reconoces en los míos,
no pienses que deliro,
piensa simplemente que
puedes contar conmigo.
Si otras veces me encuentras
huraña, sin motivo,
no pienses que soy débil,
igual puedes contar conmigo.
Pero hagamos un trato.
Yo quisiera contar contigo.
¡Es tan lindo saber que existes!
Uno se siente vivo
y, cuando digo esto,
No es para que vengas
corriendo en mi auxilio,
sino para que sepas
que siempre puedes contar conmigo.
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y se secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Victoria PueyrredónNo te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y se secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
S X
SOLEDAD
Es cansancio de la vida y es hartazgo
de las frases, de los gestos y de todo.
Es evocar un rostro, rasgo a rasgo
y recordar un momento, de algún modo.
Es sentir que lo que duele a nadie importa.
Es reír y de reír estar cansada.
Es gemir en voz muy baja estando sola.
Es querer entretenerse y no hacer nada.
Es llevar un amor en el recuerdo
y revivirle en amarga lejanía.
Es pasar las horas largas frente a un muerto
y sentir que no se acaba nunca el día.
Ver llegar con terror las horas largas
y sentir el silencio de un vacío:
temerle a la caída de la tarde,
cerrar los ojos y temblar de frío.
1900-1970Es cansancio de la vida y es hartazgo
de las frases, de los gestos y de todo.
Es evocar un rostro, rasgo a rasgo
y recordar un momento, de algún modo.
Es sentir que lo que duele a nadie importa.
Es reír y de reír estar cansada.
Es gemir en voz muy baja estando sola.
Es querer entretenerse y no hacer nada.
Es llevar un amor en el recuerdo
y revivirle en amarga lejanía.
Es pasar las horas largas frente a un muerto
y sentir que no se acaba nunca el día.
Ver llegar con terror las horas largas
y sentir el silencio de un vacío:
temerle a la caída de la tarde,
cerrar los ojos y temblar de frío.
Leopoldo Marechal
DEL AMOR NAVEGANTE
Porque no está el Amado en el Amante,
ni el Amante reposa en el Amado,
tiende Amor su velamen castigado
y afronta el ceño de la mar tonante.
Llora el Amor en su navío errante
y a la tormenta libra su cuidado,
porque son dos: amante desterrado
y Amado con perfil de navegante.
Si fuesen uno, Amor, no existiría
ni llanto ni bajel ni lejanía,
sino la beatitud de la azucena.
¡Oh amor, sin remo en la unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.
SILVINA OCAMPOPorque no está el Amado en el Amante,
ni el Amante reposa en el Amado,
tiende Amor su velamen castigado
y afronta el ceño de la mar tonante.
Llora el Amor en su navío errante
y a la tormenta libra su cuidado,
porque son dos: amante desterrado
y Amado con perfil de navegante.
Si fuesen uno, Amor, no existiría
ni llanto ni bajel ni lejanía,
sino la beatitud de la azucena.
¡Oh amor, sin remo en la unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.
1901-199
EL ESPEJO
Un corredor me guiaba hasta el espejo
ceremonioso de tu puerta. Allí
estabas repetida. El alelí
violeta tiene a veces el reflejo
de tus batas con cintas delirantes
cuando salías para el teatro. Sola
como una flor perdida, sin corola,
más bien como en tu armario ciertos guantes
no usados, me sentía abandonada.
en tu ávida, nocturna ausencia nada
prometía tu vuelta, ni ese mágico
espejo que esperaba el esplendor
de tus imágenes, ni luego el trágico
silencio de ese mismo corredor.
Un corredor me guiaba hasta el espejo
ceremonioso de tu puerta. Allí
estabas repetida. El alelí
violeta tiene a veces el reflejo
de tus batas con cintas delirantes
cuando salías para el teatro. Sola
como una flor perdida, sin corola,
más bien como en tu armario ciertos guantes
no usados, me sentía abandonada.
en tu ávida, nocturna ausencia nada
prometía tu vuelta, ni ese mágico
espejo que esperaba el esplendor
de tus imágenes, ni luego el trágico
silencio de ese mismo corredor.
EL BALCON
En el verano de un balcón, en Francia,
mirábamos los cedros extranjeros
y un demasiado azul en la distancia
lago, lejos de ceibos y jilgueros.
Nos gustaba una patria más vacía:
no hay aquí una palmera, yo decía,
no nos despierta el canto de las aves
con las aguas barrosas, con las naves!
Ah, yo prefiero el río de la Plata.
Fiel a la ausencia y todavía ingrata,
soy a veces aquí una forastera:
falta ahora el balcón, no la palmera,
faltan cedros y no costas barrosas;
¡Ah, qué azul era el lago y había rosas!
Jorge Luis BorgesEn el verano de un balcón, en Francia,
mirábamos los cedros extranjeros
y un demasiado azul en la distancia
lago, lejos de ceibos y jilgueros.
Nos gustaba una patria más vacía:
no hay aquí una palmera, yo decía,
no nos despierta el canto de las aves
con las aguas barrosas, con las naves!
Ah, yo prefiero el río de la Plata.
Fiel a la ausencia y todavía ingrata,
soy a veces aquí una forastera:
falta ahora el balcón, no la palmera,
faltan cedros y no costas barrosas;
¡Ah, qué azul era el lago y había rosas!
1899-1986
BEPPO
El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos,
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede al tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Enéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos,
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede al tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Enéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
CRISTO EN LA CRUZ
Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.
Los tres maderos son de igual altura.
Cristo no está en el medio. Es el tercero.
La negra barba pende sobre el pecho.
El rostro no es el rostro de las láminas.
Es áspero y judío. No lo veo
y seguiré buscándolo hasta el día
último de mis pasos por la tierra.
El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima.
No lo alcanza la befa de la plebe
que ha visto su agonía tantas veces.
La suya o la de otro. Da lo mismo.
Cristo en la cruz ( …)
( …)
Sabes que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.
Le importa el duro hierro de los clavos.
No es romano. No es un griego. Gime.
Nos ha dejado espléndidas metáforas
y una doctrina del perdón que puede
anular el pasado.
El alma busca el fin, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?
Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.
Los tres maderos son de igual altura.
Cristo no está en el medio. Es el tercero.
La negra barba pende sobre el pecho.
El rostro no es el rostro de las láminas.
Es áspero y judío. No lo veo
y seguiré buscándolo hasta el día
último de mis pasos por la tierra.
El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima.
No lo alcanza la befa de la plebe
que ha visto su agonía tantas veces.
La suya o la de otro. Da lo mismo.
Cristo en la cruz ( …)
( …)
Sabes que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.
Le importa el duro hierro de los clavos.
No es romano. No es un griego. Gime.
Nos ha dejado espléndidas metáforas
y una doctrina del perdón que puede
anular el pasado.
El alma busca el fin, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?
LAS COSAS
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arte
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arte
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
EL SUICIDA
No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.
No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.
LA PANTERA
Tras los fuertes barrotes la pantera
repetirá el monótono camino
que es ( pero no lo sabe) su destino
de negras joyas, aciaga y prisionera.
Son miles lo que pasan y son miles
las que vuelven, pero es una y eterna
la pantera fatal que en su caverna
traza la recta que un eterno Aquiles
traza en el sueño que ha soñado el griego.
No sabe que hay praderas ni montañas
de ciervos cuyas trémulas entrañas
deleitaría su apetito ciego.
En vano es vario el orbe. La jornada
que cumple cada cual ya fue fijada.
Julia P. FarnyTras los fuertes barrotes la pantera
repetirá el monótono camino
que es ( pero no lo sabe) su destino
de negras joyas, aciaga y prisionera.
Son miles lo que pasan y son miles
las que vuelven, pero es una y eterna
la pantera fatal que en su caverna
traza la recta que un eterno Aquiles
traza en el sueño que ha soñado el griego.
No sabe que hay praderas ni montañas
de ciervos cuyas trémulas entrañas
deleitaría su apetito ciego.
En vano es vario el orbe. La jornada
que cumple cada cual ya fue fijada.
1906-200
ENVÍO
Señor; ésta es la lámpara
que una vez encendiste.
A traves de distancias
iba a abriendo el camino
Brilló en la primavera
y el verano encendido
y el aquietado otoño.
El invierno ha venido.
Señor: cuando la apagues
consérvala contigo
TIERRA III
Porque en mayo me brotó la vida,
mi calendario inicia en vez de enero;
por en un mayo el grito pregonero
rasgó la patria en dos, como una herida.
Porque en mayo, la sangre trascendida
se abrió bajo la estela del lucero;
porque todo fue dado en el sendero
entre su amanecer y su partida.
Todo nació en sus días. Si en la espera
su otoño se ha tornado primavera,
le debo lo que tengo y lo que soy:
tierra, latido ,cántico ,ternura.
Vacilando entre el brote y la espesura
de mayo vengo y hacia mayor voy.
Señor; ésta es la lámpara
que una vez encendiste.
A traves de distancias
iba a abriendo el camino
Brilló en la primavera
y el verano encendido
y el aquietado otoño.
El invierno ha venido.
Señor: cuando la apagues
consérvala contigo
TIERRA III
Porque en mayo me brotó la vida,
mi calendario inicia en vez de enero;
por en un mayo el grito pregonero
rasgó la patria en dos, como una herida.
Porque en mayo, la sangre trascendida
se abrió bajo la estela del lucero;
porque todo fue dado en el sendero
entre su amanecer y su partida.
Todo nació en sus días. Si en la espera
su otoño se ha tornado primavera,
le debo lo que tengo y lo que soy:
tierra, latido ,cántico ,ternura.
Vacilando entre el brote y la espesura
de mayo vengo y hacia mayor voy.
SONETO
Se nace en cualquier parte, Es el misterio,
es el primer misterio inapelable,
pero se ama una tierra como propia
y se quiere volver a sus entrañas.
Allí donde partir es imposible,
donde permanecer es necesario
donde el barro es más fuerte que el deseo
de seguir caminando.
donde las manos caen bruscamente
y estar arrodillado es el descanso
donde se mira al cielo con soberrbia,
desesperada y áspera;
donde nunca se está del todo solo,
donde cualquier umbral es la morada,
donde se quiere amar y dar un hijo
y se quiere morir, está la patria.
NO TENGO GANAS
No tengo ganas de querer. No tengo
ni la pasión impar ni la esperanza
ni el odio ni el dolor ni la acechanza.
No acelera el andar ni lo detengo.
No tengo ganar de escribir. Me atengo
a un transcurrir sin prisa y sin tardanza:
no quiero ser escudo ni ser lanza,
no rechazo el amor ni lo retengo.
Sigo viviendo así ,como quien sube
una pendiente cuya fin ignoro,
pero que acaba siempre en el vacío.
El sol que se me escapa entre una nube
ya me escatima sus monedas de oro.
Ya comienza el otoño y tengo frío.
No tengo ganas de querer. No tengo
ni la pasión impar ni la esperanza
ni el odio ni el dolor ni la acechanza.
No acelera el andar ni lo detengo.
No tengo ganar de escribir. Me atengo
a un transcurrir sin prisa y sin tardanza:
no quiero ser escudo ni ser lanza,
no rechazo el amor ni lo retengo.
Sigo viviendo así ,como quien sube
una pendiente cuya fin ignoro,
pero que acaba siempre en el vacío.
El sol que se me escapa entre una nube
ya me escatima sus monedas de oro.
Ya comienza el otoño y tengo frío.
Indice
Serranilla
Manrique
Romances
Ronsard
Garcilaso de la Vega
Sta Teresa de Avila
San Juan de la Cruz
Fray Luis de León
Soneto anónimo
Miguel de Cervantes
Lope de Vega,
Quevedo.
Góngora
Calderón
Sor Juan Inés de la Cruz
Baudelaire
Bécquer
J. A Silva
Rubén Darío
Miguen de Unamuno
Manuel Machado
Antonio Machado
Miguel Hernández
Federico García Lorca
Rafael Alberti
León Felipe
Juan Ramón Jiménez
Alfonsina Storni
Oliveiro Girondo
Conrado Nalé Roxlo
Leopoldo Lugones
Baldomero Fernández Moreno
Jacques Prévert
Juana de Ibarbourou
Ernesto Cardenal
Pablo Neruda
Gabriela Mistral
Francisco Luis Bernárdez
Mario Benedetti
Leopoldo Marechal
Silvina Ocampo
Victoria Pueyrredón
Jorge Luis Borges
Julia P. Farny
Serranilla
Manrique
Romances
Ronsard
Garcilaso de la Vega
Sta Teresa de Avila
San Juan de la Cruz
Fray Luis de León
Soneto anónimo
Miguel de Cervantes
Lope de Vega,
Quevedo.
Góngora
Calderón
Sor Juan Inés de la Cruz
Baudelaire
Bécquer
J. A Silva
Rubén Darío
Miguen de Unamuno
Manuel Machado
Antonio Machado
Miguel Hernández
Federico García Lorca
Rafael Alberti
León Felipe
Juan Ramón Jiménez
Alfonsina Storni
Oliveiro Girondo
Conrado Nalé Roxlo
Leopoldo Lugones
Baldomero Fernández Moreno
Jacques Prévert
Juana de Ibarbourou
Ernesto Cardenal
Pablo Neruda
Gabriela Mistral
Francisco Luis Bernárdez
Mario Benedetti
Leopoldo Marechal
Silvina Ocampo
Victoria Pueyrredón
Jorge Luis Borges
Julia P. Farny